No
hay partido más legendario para el fútbol español. Y, hasta el 2010 de Sudáfrica, el mayor éxito
de la Selección en los Mundiales. Inglaterra, que acudía por primera vez a un Mundial y estaba convencida
de alzarse con la Copa Jules Rimet, pasaba por ser el mejor equipo del mundo,
aunque sólo cuatro días antes había tropezado con Estados Unidos (los británicos,
que incluso fallaron un penalti lanzado por Mortenson, no pudieron igualar el
gol de Gaetjens, un delantero cuya verdadera profesión era la de aviador), en
un partido considerado como la primera gran humillación en la historia del fútbol
para una potencia futbolística.
Como consecuencia de su derrota ante los norteamericanos, los ingleses necesitaban
el triunfo para pasar a la ronda final, mientras que a España le bastaba el
empate (se había impuesto a Estados Unidos por 3-1 y a Chile 2-0). Pero Inglaterra,
que contaba en sus filas con jugadores de talla excepcional como Stanley Matthews
(el primer jugador que recibió el Balón de Oro), Willy Wright, Mortenson, Finney
o Alf Ramsey (que dieciséis años después conquistó la Copa del Mundo para su
país como entrenador) seguía siendo la gran favorita. En el primer tiempo el
dominio correspondió al conjunto inglés, pero el marcador no se movió.
A los
cuatro minutos de la reanudación, el delantero centro de la selección española
y del Atlethic de Bilbao, Telmo Zarra, remató desde el punto de penalti un pase
de su compañero de club, Gainza, que cabeceó un centro del lateral derecho Alonso,
que a su vez había recibido el balón del guardameta Ramallets. Se ha dicho que
Zarra golpeó el balón con la rodilla- otros mantienen que fue con la espinilla-
aunque lo hizo con el interior del pié derecho, aprovechando un fallo en el
despeje de la zaga rival y anticipándose a la salida del portero Williams.
El tanto espoleó aún más al equipo inglés que ejerció una fuerte presión sobre la meta española durante la segunda parte, manteniendo en vilo hasta el último minuto del partido a todo el paìs, que seguìa los avatares del juego por Radio Nacional a través de la voz de Matías Pratas. La excelente defensa del combinado español consiguió mantener el marcador a su favor hasta el final del encuentro, lo que supuso un acontecimiento nacional. La derrota -el mayor desastre deportivo de todos los tiempos para los inventores del fútbol-, no impidió al equipo que capitaneaba Willy Wright pasar al vestuario español para felicitar a los nuestros por su buen juego; al igual que siglo y medio antes, tras la batalla de Trafalgar, la Armada inglesa había rendido honores a los marinos españoles por su valor en el combate, según narra Benito Pérez Galdós en Los Episodios Nacionales.