Segunda ocasión en las últimas 11 ediciones Olímpicas que este deporte no aporta metal al medallero español
La Vela española encalla en Río
La Vela, históricamente la principal baza olímpica española desde Montreal 1976, se marcha de vacío en los Juegos de Río. Es la segunda ocasión en las últimas 11 ediciones olímpicas en las que este deporte no aporta metal. Sólo la bahía Rushcutters de Sidney y la Marina de Glória de Río han sido adversas a nuestros regatistas. Aún así, continúa siendo el deporte que más aporta al medallero español: 19 medallas, 13 de ellas de oro, es su palmarés.
La competición de Vela ha estado presente en los Juegos desde París 1900, pero no fue hasta la segunda edición parisina (1924) cuando la vela española hizo su primera aparición. El primer equipo de vela español de la historia lo integraron Arturo Masbové, Pedro Pi Castelló y Santiago Amat Cansino, que compitieron en la clase 6 metros, ocupando el 8º lugar en la clasificación final, lo que hubiera supuesto un diploma olímpico si por entonces hubieran empezado a concederse. Otro diploma que podría haber añadido con su 4º puesto Santiago Amat, que duplicó su presencia en estos juegos compitiendo también en la modalidad individual de la clase monotipo. El regatista catalán repetiría presencia en Amsterdam 1928, con menos fortuna, y, ya con 45 años, en Los Ángeles 32, lograría la medalla de bronce, la primera de la historia de la Vela española y también la primera individual de nuestro deporte en unos Juegos. Amat fue en la primera edición de Los Ángeles el único regatista de una delegación española compuesta por tan sólo 6 deportistas -los otros cinco eran tiradores-. Para conquistar la presea, Amat tuvo que disputar 18 regatas y cambiar de embarcación en cada una de ellas (los barcos eran por entoces sorteados antes del inicio de la regata).
Hubo de esperar ocho ediciones olímpicas más, hasta Montreal 76, para encontrar a los regastistas españoles en el podium. Toño Gorostegui y Pedro Millet se colgaron la plata a bordo de un 470, primero de los éxitos que nos depararía esta embarcación, en las aguas del Lago Ontario. La pareja cántabro-catalana fue, junto el K-4 de piragüismo (también plata), los grandes protagonistas de la prensa española en una época donde lograr la participación olímpica ya era todo un logro para el deporte español. El equipo español de Vela en Montreal estaba compuesto por 11 regatistas, la segunda mayor representación (participaron 10 en Roma'60) de la vela hispana.
Sólo hubo que esperar un ciclo olímpico (Moscú '80) para que la vela española acuñara su primer oro. Tal honor recayó sobre otra pareja cántabro-cantalana, la formada por Jan Abascal y Miguel Noguer en la clase Flying Dutchman, que dominaron de principio a fin la competición organizada por las autoridades moscovitas sobre las aguas de Tallín (actual capital de Estonia y entonces perteneciente a la Unión Soviética). El oro de la Vela culminó la mejor participación hasta entonces de España en unas Olimpiadas (se lograron 3 platas y dos bronces más en otros deportes), si bien hay que reconocer que ayudó mucho el boicot de USA y muchos países de su órbita (europeos incluidos) a los Juegos celebrados en la entonces todavía Unión Soviética.
En Los Angeles '84, Luis Doreste y Roberto Molina, esta vez en la clase 470, reafirmaron con otro oro el auge de la vela española, aunque fueran esta vez los países de la órbita soviética quienes correspondieran con otro boicot el sufrido cuatro años atrás en sus juegos. En Seúl 88 -sin boicot de nadie ya por medio-, fue José Luis Doreste, hermano de Luis, quien refrendó con otro oro, esta vez en la clase Finn, que este iba a ser el caladero de nuestro deporte olímpico.
El extásis llegó, como en el resto de disciplinas olímpicas, en Barcelona '92. En las aguas del mediterráneo la vela cosechó su mayores logros. Cuatro oros y una plata, entre ellas las primeras registradas por regatistas (el oro de Theresa Zabell-Patricia Guerra y la plata de Natalia Vía- Dufresne), además de convertir a Luis Doreste en el primer bicampeón olímpico español.
Cuatro años después, esta vez en el Atlántico de la costa de Savannah (Atlanta '96), convertirían a Theresa Zabell, con Begoña Vía Dufresne como compañera de tripulación, en la primera bicampeona olímpica. En estos Juegos, la vela conseguiría otro oro con José Luis Ballester y Fernando León.
La racha se cortó en Sidney 2000. Los 17 regatistas españoles que acudieron a la cita, la más extensa hasta la fecha, no encontraron vientos propicios en la bahía de Rushcutters y se fueron de vacío. Fue un golpe inesperado y puntual, del que la vela española pudo recuperarse en citas posteriores: Atenas, Pekín y Londres, donde se cosecharon en total 7 preseas.
En Río 2016 la delegación española miraba esperanzada las nueve embarcaciones con bandera española que navegaban por la bahía de La Marina de Glória. El pobre medallero español acudía una vez más al auxilio de la Vela, pero esta vez no pudo ser. Por segunda ocasión en las 11 últimas ediciones olímpicas, los regatistas españoles desembarcaron sin presea.
Información: Ana de Benito (ana@furiaroja.com)
Imagen: Real Federación Española de Vela