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Foto: Football.ua |
La selección española se encontró con Irlanda en la eliminatoria de octavos del Mundial de Corea/Japón (2002). España había realizado una muy buena primera fase con tres victorias, sin embargo en octavos ante los impetuosos irlandeses la furia roja no parecía la misma. Aunque España se había adelantado en el minuto 61 con gol de Morientes, los españoles se echaron atrás, a conservar el resultado, y los irlandeses apretaron. Ahí apareció la figura de Iker Casillas.
El joven arquero madrileño, entonces tenía 21 años, venía de proclamarse campeón de la Champions League con el Real Madrid, donde su actuación había resultado tan fundamental que se le empezó a conocer con el apodo de "El Santo". Casillas viajaba al Mundial como segundo portero, pues el puesto de titular parecía reservado para Santiago Cañizares. Sin embargo, en la concentración previa al viaje a Corea, Cañizares se lesiona de forma absurda (se le cayó un frasco de perfume en el pie). La portería era entonces para Iker.
...Y empezó la leyenda. Los irlandeses no veían huecos entre los tres palos, sólo veían a Iker Casillas. En el minuto 62 Harte tiene de penalti la oportunidad de empatar el partido, pero el arquero español se lo detiene. En el último minuto del partido, 90, Hierro comete una falta absurda dentro del área. Penalti. Esta vez Keane sí engaña a Casillas. Empate y prórroga.
Iker Casillas se convirtió ante Irlanda en el primer portero de la Selección Española que detenía un lanzamiento en "tandas de penalti". Ni Arconada (Francia 84) ni Zubizarreta (Méjico 86 e Inglaterra 96) lograron detener un balón por este procedimiento.
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En la prórroga no se mueve el marcador y hay que ir a los lanzamientos desde el punto de penalti.
Los irlandeses todavía recuerdan aquella tarde nefasta para ellos en la que un joven Iker Casillas se hizo grande debajo de los palos. Las tandas de penalti no habían sido "la especialidad" de los dos porteros que precedieron al madrileño en la portería española -Arconada y Zubizarreta-. Sin embargo en Iker se veía otra aptitud ante este tipo de lanzamientos. Sabía esperar, no se tiraba al suelo antes de que el lanzador tomara carrerrilla. El penalti que le detuvo a Connolly fue el primero de un guardameta de la selección española en series de penalti. El lanzado por Kilbane sería el segundo. Mendieta finiquitaría la eliminatoria. Todo el equipo español se lanzó a abrazar al guardameta madrileño. España entera gritó aquello de ¡¡¡Iker, Iker, Iker!!! Después sufriría su primer 22 de junio -fecha en la que España hasta entonces caía eliminada en todas las tandas de penalti en fase de cuartos-, pero sólo había que esperar. Había un portero que sabía enfrentarse a este tipo de lanzamientos, y seis años después (22 de junio de 2008 frente a Italia) detendría, por fin, el maleficio del fútbol español.
Crónica: furiaroja.com
