La batalla de Belgrado
El gol de Rubén Cano y el botellazo a Juanito
La selección española llevaba dos Mundiales sin clasificarse (Méjico 70 y Alemania 74). En Méjico 70 Bélgica y Yugoslavia nos cerraron el camino, siendo los belgas finalmente los clasificados. En Alemania 74 sería Yugoslavia quien acabó con las aspiraciones españolas en un partido de desempate.
Llegaba la fase de clasificación para Argentina 78 y, una vez más, España y Yugoslavia, con Rumanía esta vez como tercero en discordia, tenían que jugarse la clasificación.
Tras tres partidos, todo debía dilucidarse en el cuarto y último partido del grupo. A España le bastaba perder por un gol de diferencia para clasificarse, pero tenía que acudir al "infierno" de Belgrado, y, recordando los decepcionantes precedentes, no existía mucha confianza en el equipo dirigido por Ladislao Kubala.
Tito, entonces presidente de la Yugoslavia del bloque comunista, concedió el día festivo en el país para que el proletariado pudiera acudir en masa al estadio a animar a su selección. 100.000 aficionados abarrotaron el estadio Estrella Roja de Belgrado.
Los españoles ya se dieron cuenta del ambiente hostil que les esperaba nada más pisar el terreno de juego para calentar. Estuvieron poco tiempo dada la cantidad de objetos, al margen de la pitada, con la que fueron recibidos.
|
El atlético Rubén Cano destacó más por su 'olfato goleador' que por su técnica. Afortunadamente, frente a Yugoslavia, el hispano-argentino estaba en el lugar y momento preciso para 'chutar' el balón con la espinilla. |
|
La prensa recogió en todas sus portadas la victoria española, calificando el partido de 'batalla' y 'guerra' en muchos de sus titulares. |
El técnico hispano-húngaro dispuso un planteamiento ultradefensivo. Desde el pitido inicial los españoles sufrieron el agobio de los aficionados y jugadores yugoslavos (con más patadas y codazos que juego), contenido por el guardameta Miguel Ángel y los postes del marco español. Pirri, lesionado por una dura entrada de un contrario, tuvo que retirarse en el minuto 13. A España le sonó la campana del final del primer tiempo y consigue marcharse a los vestuarios con su portería intacta.
La segunda parte tiene las mismas trazas que la primera, acoso constante del equipo yugoslavo y defensa numantina de los españoles. Pero en el minuto '71 todo cambia. En una de las escasas ocasiones en las que el equipo español consigue trenzar una jugada y salir de su campo, el bético Cardeñosa consigue centrar un balón que parecía perderse por la línea de fondo yugoslava. El balón llega a la frontal del área donde se encuentra Rubén Cano libre de marca, quien en semifallo lo empuja con la espinilla a la red de las huestes balcánicas.
Nunca un gol tan feo tuvo tanto valor y explosión de júbilo en las hasta entonces silenciosas calles de las ciudades y pueblos españoles. España no había ganado un Mundial, pero conseguía poner fin a una nefasta racha de ocho años (ausencia de Méjico 70 y Alemania 74) en los que ni tan siquiera era capaz de clasificarse.
Crónica: furiaroja.com
Fotos: fotoimagenes.org